miércoles, 2 de diciembre de 2009

Necesitamos un pueblo que sienta que es capaz de todo esfuerzo. Con orgullo de su país. (Arturo Umberto Illia)


Tenemos y debemos hacer grandes cosas. Tenemos que quererlo todos juntos. Gobernantes elegidos por el pueblo, necesitamos sentir que lo interpretamos en sus necesidades e ilusiones.
No habrá leyes –por sabias que fueren- que hagan la felicidad de un pueblo descreído y desmoralizado.
Nuestro gobierno está dispuesto a impulsar y llevar a cabo todas las transformaciones que sean necesarias para satisfacer los anhelos de la comunidad.
Hemos recibido una pesada carga de problemas materiales, pero nos preocupa también la carga de problemas espirituales.
Necesitamos un pueblo que sienta que es capaz de todo esfuerzo. Con orgullo de su país. Que comprenda que este gobierno es su representación. Que los señores diputados y senadores son sus intérpretes. Que no hay diferencia a una sola de sus necesidades.
Hay que reestablecer valores permanentes que hicieron de Argentina la expresión armoniosa de una sociedad fecunda.
La inquietud fundamental del Poder Ejecutivo ha sido volver a la plenitud institucional para que la vida del país recobre su armonía y las instituciones jurídicas y políticas consoliden la acción que ampare los derechos individuales y asegure el imperio de la libertad.
Se ha obrado con prudencia para alcanzar, todos juntos, los grandes objetivos nacionales de la hora. La división de los poderes ha sido celosamente mantenida como garantía esencial de todo el quehacer nacional. No dudamos que el período que hoy se inicia colocado bajo la misma inspiración común del bienestar y la felicidad del pueblo de la República, habrá de desarrollarse con idéntico clima de comprensión.

Congreso Nacional, 1º de mayo de 1964.

sábado, 28 de noviembre de 2009

La política del servicio personal desjerarquiza y desprestigia al sufragio (Moisés Lebensohn)


Nos hallamos reunidos en momentos solemnes. En todos los horizontes, hombres y mujeres luchan y perecen, en mares y campos de batalla, por la pervivencia del ideal de la libertad y en las silenciosas retaguardias extenúan sus esfuerzos para posibilitar la resistencia. Los pueblos americanos oyen, vivas y rotundas, las voces de sus fundadores y escuchan su llamamiento en defensa de los principios que agitaron al continente en la hora inicial de su emancipación. En este concierto del mundo que se estremece entre los dolores de un alumbramiento; en este concierto en que aun las propias potencias agresoras mueven a sus multitudes alucinadas por falsos ideales, pero ideales al fin para los seres anónimos que las forman, solo nosotros, los argentinos, contemplamos en la inacción y en la despreocupación como los otros combaten y como del resultado de este combate surgirá la estructura económica y social que condicionará nuestra existencia futura. Como argentinos, nos contrista esta realidad. Nos agobia y avergüenza ver a nuestro país debatiéndose en pugnas minúsculas; con lideres políticos, educacionales y económicos, carentes de impulso creador y valiente; sin ansiedad quemante de justicia; exhibiendo en sus luchas no el coraje abnegado por colocar a nuestra patria en el clima histórico de la época, sino la apetencia del poder como medio de disfrute. Mientras el mundo penetra en una aurora impregnada de sentido heroico de la vida, en los círculos directivos de la Argentina - en todos los círculos directivos- priva el sentido del goce sensual de la vida. Pareciéramos un país secular, entrando en decadencia, describiendo el descanso de la parábola, sin conciencia nacional ni conexión con las fuerzas espirituales que animaron a muchos padres, sin respetabilidad en la forjación del porvenir ni sensibilidad para conmovernos ante el drama humano.
Y somos, sin embargo, una joven nación, que aún tiene los huesos blandos y debiera vivir los sueños de la adolescencia.
Y somos sin embargo un pueblo joven, predispuesto a las empresas del desinterés y el sacrificio por su tendencia emocional y porque no es en balde, en cada uno de nosotros - hijos cercanos o lejanos de la inmigración-, bulle el recuerdo del antecesor arrojado que rompió las ataduras más sólidas del hombre, aquellas que lo unen a su tierra, la del trozo de suelo en que yacen sus padres, la del trozo de cielo que contemplaron absortos los ojos infantiles, la del dulce idioma en que los labios maternos modularon las canciones de cuna, las ligazones de la sangre y del pasado, para cruzar el océano y llegar a lo desconocido, a este asilo de ilusión, en búsqueda de bienestar y libertad.
Un país poblado por un pueblo así, en cada uno de cuyos hombres alienta tan íntima y tan valiosa herencia espiritual, no puede ser un país silencioso ante la injusticia, un país indiferente ante las exigencias de su deber, un país que no quiera igualarse en ideales y afanes con aquellos que marcan la excelencia de estas jornadas.
Como aires de fronda. Es un viento que hace crujir las viejas ramas. Es un viento que no encuentra fronteras. A sus ecos, despiertan en los hombres de todas las razas y altitudes ideas nuevas y voluntad de darse íntegramente en la acción para librar a las generaciones futuras de las angustias que oprimen a la actual, con tanta intensidad, que sentimos orgullosos el privilegio de vivir el trance en que la humanidad verifica dolorosamente su reordenamiento, quizás por siglos.
Este viento cruza también sobre nuestras pampas. Agita las conciencias de millares y millares de argentinos. Y palpita en el escepticismo de las últimas promociones juveniles, escepticismo fecundo, porque señala la insurgencia ante un presente que abochorna y encierra en si, grávidas, las posibilidades del mañana. No lo han advertido, únicamente, quienes tienen la función natural de actuar como antenas sutiles de las ansiedades y requerimientos del medio social y como conductores de su pueblo. Solo los políticos argentinos en su casi totalidad, no han percibido el angustioso reclamo que importa el retraimiento de la juventud. Y si esta ineptitud pudiera entenderse en cierto modo explicable en los dirigentes de las derechas, hombres de círculos e intereses limitados, implica un verdadero suicidio en quienes militan en el Radicalismo, expresión política de ese inconcreto pero firme ensueño de justicia y renovación que anima el pueblo argentino.
Es que nuestros partidos viven con la mentalidad de principios de siglo y sus planas dirigentes, con los incentivos morales y materiales de principios de siglo. Desde hace mucho, sus cuadros activos no definen la orientación ética ni el pensamiento politicón de las corrientes populares que deberían representar. Ese es el drama profundo de la política argentina. Y sin que se llegue a la solución de ese drama, aunque se salve el escollo del fraude, no habrá más que ser apariencia de un juego democrático auténtico. Que ello suceda en las derechas tiene justificación. Desde 1930 el pueblo que no le es adicto no elige; es mandado. La elección de sus dirigentes carece de base popular. Pero en nuestro partido, ¿qué ocurre?
Hasta 1916 la máquina partidaria sirvió con eficacia los propósitos que le dieron origen. Había una idea central, dominante: el sufragio libre, causa motor del partido y aspiración vehemente de una época. Fueron sus lideres quienes con mayor tesón, con mayor pureza, lucharon por esa aspiración, contribuyendo a crear una conciencia del derecho en el pueblo argentino. Llegó el triunfo en 1916. Desalojó a las oligarquías políticas de las provincias. Y quedo como girando en el aire. No se atrevió a consumar la revolución radical - como gustaba decir Yrigoyen - destruyendo los privilegios de la oligarquía económica. Se limitó a una política social oportunista, actuando solo bajo el apremio de las circunstancias, Detrás de los acontecimientos y no antes, en prevención de los acontecimientos.
La eficiente máquina política y sus cuadros directivos, formados en treinta años de lucha, quedaron un tanto sin los motivos galvanizantes de su acción. La gran bandera que congregó a la masa popular, el sufragio libre, era conquista lograda. El proselitismo, función inherente e inseparable a la política, debió acudir a otros resortes. Y se descendió del plano idealista, a la «política del servicio personal», la conquista de voluntades no por motivos atinentes al país, al orden público, sino por servicios, atenciones, empleos, favores lícitos o ilícitos, efectos, amistades... En lugar de enaltecer el espíritu cívico de cada ciudadano, se involucionó, trastocando las razones cívicas, por otras de tipo personal que implicaban una corrupción encubierta del voto, función eminente de la ciudadanía, para ser ejercida con la visión exclusiva del interés nacional. El partido nació para obtener, purificar y prestigiar el sufragio. La política del servicio personal desjerarquiza y desprestigia al sufragio y desjerarquiza todo lo que de ella parte. Los ciudadanos dejan de ser tales, en el concepto cabal del vocablo, para transformarse en meros votantes. La ciudadanía pasa de ser la alta dignidad de una democracia, a un bien intercambiable por otros, efectivos o afectivos. Se ha dicho que la teoría democrática reposa en la ficción del desdoblamiento de la persona en el hombre y en el ciudadano. El primero, con una voluntad individual dirigida por sus intereses y sentimientos de índole personal; el otro, con una voluntad general, inspirada en el bien colectivo. El entrelazamiento de esas «voluntades generales» es la esencia de la ciudadanía y su exteriorización y motivación, el método de la democracia política. Los cuadros activos del partido, en su gestión preponderante, no se dirigieron a la "voluntad popular" de los argentinos, sino a su "voluntad individual", subversión y negación democrática.

Discurso inaugural del V Congreso de la Juventud Radical de la Provincia de Buenos Aires, pronunciado en Chivilcoy el 24 de mayo de 1940.

Nuestra lucha, la lucha por el federalismo (Raúl Ricardo Alfonsín)


He querido llegar a la ciudad de La Plata para hacer entrega del proyecto que hemos sometido ayer al Consejo para la Consolidación de la Democracia, por el cual procuramos transferir la Capital Federal hacia la zona donde están hoy ubicadas las ciudades de Viedma y Patagones. Correspondía esta visita puesto que se trata de una zona de la provincia Buenos Aires y desde luego que yo comprendo y sé que no debo abundar en este momento en consideraciones que fundamentan la medida, puesto que cada uno de los aquí presentes sabe perfectamente hasta que punto ha acompañado nuestra lucha, la lucha por el federalismo, por la descentralización, en la que nos habíamos acostumbrado a tomar como una medida fundamental precisamente el traslado de la Capital Federal.

Todos recordamos, sin duda, el célebre debate que se produjo en la legislatura de Buenos Aires en oportunidad de la capitalización de la ciudad de Buenos Aires, debate en el que Leandro N. Alem, con visión profética, anticipó lo que iba a constituirse como un escollo quizás insalvable para la consolidación del propio sistema constitucional y vinculado fundamentalmente con la consolidación del federalismo.

Eso ha sucedido lamentablemente. Ha habido una macrocefalia en el país, se ha conspirado contra el desarrollo del interior, y el traslado de la Capital Federal aparece así como una medida de carácter fundamental, si realmente queremos cambiar un sistema que se consolide sobre la base de estas afirmaciones primigenias de las luchas políticas de la Argentina por su organización nacional, pero también el traslado de la capital tiene que estar orientado hacia lo que llamamos la integración de la Republica. Nosotros tenemos en la Patagonia uno de los espacios vacíos más dilatados del planeta y esto hace, en cierta forma, vulnerable a nuestro país. Y la paradoja es que tenemos en la Patagonia riquezas sin fin, riquezas energéticas, riquezas ictícolas, riquezas en la precordillera, que permitirían utilizaciones para la actividad agropecuaria, riquezas en cuanto a las posibilidades de explotación del turismo En fin, todo esto que conocemos que brinda la Patagonia al resto de la Argentina, y particularmente a las zonas más desarrolladas de nuestro país. Se trata también entonces de revertir esta situación. Yo muchas veces he dicho que con respecto a la Patagonia el federalismo no alcanza, hay que hacer un esfuerzo nacional para lograr realmente este desarrollo postergado en una zona que aparece como pobre cuando en realidad está empobrecida pero con una riqueza potencial realmente importante.

Raúl Ricardo Alfonsín

16 de abril de 1986, discurso pronunciado por el Dr. Raúl Ricardo Alfonsín durante el acto de entrega del proyecto celebrado en La Plata en esa fecha con el propósito de trasladar la Capital a Viedma, Río Negro, con el objeto de descentralizar el poder político y económico del país, y al mismo tiempo, fomentar el poblamiento de la Patagonia.

Desarrollo nacional y Federalismo (Hipólito Yrigoyen)


Buenos Aires, 16 de octubre de 1920.
Al Honorable Congreso de la Nación: Tengo el honor de dirigirme a V. Honorabilidad, observando la ley nº 11106, en uso de la facultad que acuerda al Poder Ejecutivo, el artículo 72 de la constitución nacional.

La sanción de V.H., subordina todo el plan de la ley a la organización de una compañía privada, que deberá recibir en propiedad la red actual de los denominados ferrocarriles nacionales, constituida por las líneas denominadas “Central Norte Argentino”, “Formosa a Embarcación” y “Metán a Barranqueras”, y sobre esa base negociar la fusión con la red del Ferrocarril Central Córdoba, Ferrocarril Córdoba y Rosario y Ferrocarril Central-Extensión a Buenos Aires, formando así una compañía por acciones que se denominará “Ferrocarriles Nacionales”.

Antes de entrar al estudio analítico de esa organización, cuya sola financiación nos llevaría fatal e inevitablemente a perder no sólo el dominio de los ferrocarriles del estado, sin compensación alguna, sino el contralor de las tarifas de las empresas particulares, defensivo de la economía del país, tan necesario para el desenvolvimiento de sus riquezas, el Poder Ejecutivo debe reafirmar principios fundamentales, que ya he tenido oportunidad de enunciar, y que informan su criterio y definen lo que constituye su política en materia ferroviaria y en todas aquellas actividades industriales afines con los servicios públicos, o que tiendan a mantener en poder del estado la explotación de fuentes naturales de riqueza, cuyos productos constituyen elementos vitales del desarrollo general del país, en los múltiples aspectos que señalan los progresos de la vida moderna.

Afirma así el Poder Ejecutivo, como fundamental al desenvolvimiento social, político y económico de la nación, el principio del dominio de los ferrocarriles del estado y de la extensión de sus líneas.

Esa orientación de gobierno es la única que responde a los grandes sacrificios realizados por la nación para construir y conservar su red ferroviaria y cualquier combinación que nos llevara a fusionar nuestro sistema actual, haciendo partícipe a cualquier otra compañía como asociada del estado, resultaría siempre en beneficio exclusivo de la compañía particular, dado que las líneas complementarias a construirse del sistema de los ferrocarriles del estado, son las destinadas a proporcionar un tráfico intenso, sirviendo las zonas más ricas de la república y dando salida por el litoral, al interior y al norte, con grandes ventajas económicas en la explotación de sus fuentes naturales de riqueza. (…)

Los ferrocarriles del estado fueron recibidos por el Poder Ejecutivo en una situación de desquicio, despilfarro y perversión tal, que le han demandado grandes esfuerzos tendientes a su mejoramiento y reorganización.

Dentro de un concepto general de gobierno, aceptado por las naciones más progresistas, que se confirma y acentúa cada vez más en la actualidad del mundo, el estado debe adquirir una posición cada día más preponderante en las actividades industriales que respondan principalmente a la realización de servicios públicos y si en alguna parte esas actividades deben sustituirse en lo posible a las aplicaciones del capital privado, es en los países de desarrollo constante y progresivo como el nuestro, donde el servicio público de la naturaleza del que nos ocupa, ha de considerarse principalmente como un instrumento de gobierno con fines de fomento y progreso de las regiones que sirven.

Si hubiéramos, entonces, de aceptar la tendencia que define la sanción de V.H., tendríamos que renunciar a considerar el ferrocarril como un medio de impulsar el desarrollo de la vida económica de ciertos estados de la república con detrimento evidente de una esperanza de mejoramiento, tendríamos la seguridad de su subordinación a las exigencias, siempre crecientes del capital privado, que trata, por definición, de ser retribuido en la forma más amplia. No habrían, entonces, la posibilidad siquiera de llenar el fin primordial a que debe responder la ley de que se trata, dentro del concepto de solidaridad nacional a que ella debe tender, desde que volveríamos a las horas aciagas que le ha tocado vivir al país bajo el régimen de las concesiones garantidas, que en sus abusos lo llevaran al borde de la ruina, retardando por muchos años el desarrollo de sus grandes progresos.

Entrando al concepto de la financiación que la sanción de V.H., plantea, el Poder Ejecutivo, debe dejar bien establecido que la forma ideada para la organización del capital a emplearse, con el interés que se fija a las obligaciones y el que devengue durante el período de construcción con la hipoteca de las líneas, sería tan oneroso para los intereses que tiende a servir, que haría imposible el desarrollo, en condiciones favorables, de las zonas comprendidas en el plan de construcción que la misma sanción dispone, gravitando sobre las rentas generales los considerables déficit que esa explotación impondría para que un día el estado, cuya garantía subsidiaria se establece en esa financiación, se vea obligado a entregar esa pare de su valioso patrimonio a la explotación privada, sin defensa posible de las regiones de la república servidas por esas líneas.

El plan del Poder Ejecutivo, expresado oportunamente a V.H., y sobre el cual la H. Cámara de Diputados se pronunció unánimemente en su favor, es el que verdaderamente consulta las posibilidades de llevar a cabo el programa de construcción de obras públicas para responder a los fundamentales intereses de las provincias, que dichas obras públicas tienden a fomentar.

En consecuencia, el Poder Ejecutivo juzga que la ley sancionada por V.H., entraña un verdadero despojo de uno de los primordiales factores de prosperidad del país, como son los ferrocarriles, e implica el retardo y acaso el malogramiento del propósito determinante del gobierno en el sentido de llevar lo más rápido posible, todos los beneficios de los ferrocarriles a los pueblos y zonas de la república donde sus riquezas permanece estancadas sin perspectiva de que se las incorpore al desenvolvimiento general de la nación.

El Poder Ejecutivo considera que la sanción de V.H., comportaría un verdadero desastre para la seguridad de los bienes del estado, y el desarrollo progresivo del país, acusando en todo sentido la prolongación de los procedimientos del pasado en vez de la renovación reparadora del presidente.

Hipólito Yrigoyen

El 16 de octubre de 1920, el entonces presidente Hipólito Yrigoyen se dirigía al Congreso de la Nación preocupado por la sanción de una ley de privatización de los ferrocarriles del estado que perjudicaría a pueblos alejados. Fomentaba, en cambio, una participación por parte del estado “cada día más preponderante en las actividades industriales” y una explotación estatal “de fuentes naturales de riqueza, cuyos productos constituyen elementos vitales del desarrollo general del país”.

Yrigoyen, Buenos Aires, Manuel A. Clips, Biblioteca de Marcha, Colección los Nuestros, Montevideo, 1971.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Seremos fuertes y dignos, ¡Duerme tranquilo, noble luchador! (Francisco A. Barroetaveña)


“Señores:
Cumpliendo el precepto de Quintiliano: “abreviemos las palabras ante los grandes hechos”.
La República entera, -hago este honor a los adversarios políticos,- acaba de ser profundamente conmovida por un suceso trágico, tan inesperado como terrible. Por primera vez, uno de sus patricios excelsos, con mano firme y temeraria, ha puesto fin a su noble vida! El rudo acontecimiento, no sólo nos cubre de luto y de consternación, sino que inaugura la forma más funesta y peligrosa con que los hombres públicos pueden solucionar los accidentados problemas de su vida; y, ante los despojos de la primera víctima, conteniendo las angustias y armado de franca energía, séame permitido condenar el suicidio como el procedimiento más estéril y atentatorio.
Señores: La gallarda y altiva figura del doctor Leandro N. Alem, no sólo había descollado en nuestras contiendas democráticas, en el foro, en el parlamento y en la tribuna popular, sino también en los tumultos sangrientos del comicio, en la guerra civil y en los formidables combates del Paraguay, donde el plomo mortífero diezmaba las filas argentinas. Y, no obstante esos múltiples peligros y exposiciones, los proyectiles enemigos respetaron al valeroso luchador, que siempre se expuso en la vanguardia, como si sus altas virtudes le hubiesen formado un blindaje invisible, que lo preservaba de la muerte y de la calumnia.
La perforación del hermoso cráneo que encerraba ideas tan grandes como generosas, estaba reservada a la siniestra resolución del mismo doctor Alem, concebida, sin duda alguna, bajo el influjo de la desesperación, excitada por un enfermizo romanticismo.
Alem, combatiente de fibra, alma varonil forjada en la más ruda lucha; espíritu fuerte, capaz de imponerse a las más crueles visicitudes y a los peores desastres, ¿cómo ha podido destrozar su cabeza con su propia mano? ¿qué lo ha impulsado a la inmolacion? ¿las dificultades de la política contemporánea? No; porque era inteligente y razonable para comprender que las causas del malestar, no estaban exclusivamente al alcance de su resolucion ni de la fuerza de su partido; porque si se encontraba con algún correligionario frío, indiferente, disperso, o hacia el campo adverso, él sabía bien que la gran mayoría proseguía con lealtad la lucha por la justicia y el derecho; y porque, aun cuando Alem hubiese visto a la multitud, cobarde, envilecida o en el camino del crimen, era hombre de firmeza y austeridad, capaz de cumplir sin violencia el altivo programa de Lamartine en casos tales: “¡Feliz el hombre solo!” Era un veterano del ostracismo interno y de las persecusiones!
¿Qué lo ha llevado al suicidio? ¿La pobreza? Pero si Alem era uno de esos sublimes menesterosos, cuya elevación de ideas y pensamientos les impide conocer y codiciar las ventajas del dinero; que suelen terminar con los pies en un hospital, pero manteniendo siempre la cabeza y el corazón en las nubes; que se empobrecen haciendo el bien, y no se avergüenzan de alimentarse “como las aves del cielo”, y de vestirse “como los lirios de los campos”, cuando falta el trabajo honrado y dignificante; que persiguen como objetivos de la vida, la práctica del bien, del deber y de la virtud; el ejercicio del derecho, y el reinado de la justicia; y que desde la plataforma de su elevada misión, compadecen la opulencia de Creso, los caudales de Verres y la avaricia de Shylock!
¿La calumnia? Pero si Alem sabía que desde Alejandro, los grandes hombres son las víctimas más codiciadas por el arma corrosiva de Basilio; pero si Alem era probablemente el hombre público argentino menos calumniado; si él sabía bien que ese proyectil innoble resbalaba hasta sus plantas, sin mancillar su austera personalidad; si él no podía dudar que sus virtudes notorias y su altanero menosprecio, convertían en lodo inofensivo la calumnia y la difamación!
El alma byroniana de Alem, embellecida con las virtudes de Catón el Antiguo, tuvo el momento de obcecación y de fatal escepticismo del de Utica; y, como él, olvidó que “en huir del dolor nunca hay victoria”; y, el esforzado patricio, no ha muerto “cara al tirano!”
El espíritu poderoso y varonil de Alem, era capaz de resistir heroicamente las mayores adversidades; la prueba del odio, del fuego y del hierro. Parecían destinadas a él aquellas palabras de Victor Hugo: “Ciertas naturalezas aladas, robustas y tranquilas, han sido hechas para los grandes vientos: hay aves de tempestad, creadas para los huracanes”.
¡Alem inútil y estéril! ¿Cómo pudo escribir semejantes palabras, él, cuya sola presencia, adornada de nobles virtudes, era el ejemplo más útil y fecundo para la enseñanza del pueblo; él que aún encerrado con sus cóleras y fulminaciones en su mísera tienda, habría sido el juez más soberbio, y el maestro más elocuente de su nación, como lo fueron aquel guerrero invicto frente a los muros de Troya, y aquel sombrío y solitario que rugía en el monte Carmelo?
¡Alem deprimido! Pero ¿cómo? ¿Por quién? ¿De dónde le vino esta persistente obsecación? Si Alem en los pontones, en la cárcel infecta, en la miseria, víctima de la difamación; en la soledad o en el infortunio, era siempre el repúblico altivo y brillante, que se agrandaba en razón directa de las persecusiones y de las miserias de la vida?
¿Por qué se mató Alem? Yo no encuentro una causa razonable, si es que se puede excusar con estas palabras, la siniestra resolución de los más insoportables momentos de la vida.
...
¡Quién hubiera adivinado tan horrible plan en el caballero afable y bromista, que momentos antes de la tragedia nos entretenía con burlas amistosas y familiar conversación! ¡Y pensar que las cartas en que nos invitaba, han sido escritas el “1º de junio” y luego enmendada la fecha para el “1º de julio”!
Señores: En el sepulcro del doctor Alem no debemos decir sino palabras severas y levantadas, dignas de la vida, de la escuela y de la propaganda del preclaro ciudadano.
Ni el llanto ni la desolación son del todo apropiados frente a este cadáver excepcional. A repúblicos de la estirpe de Alem, no se les honra con lágrimas, ni con cirios y genuflexiones, sino imitando sus virtudes, la nobleza de su alma, su altruismo, su carácter y el valor heroico para luchar por el bien!
Desprendámonos del drama sangriento; no indaguemos los sombríos monólogos de Hamlet que se habrán sucedido con fatídica repetición en las tristes cavilaciones de sus últimos días; no preguntemos por qué lo sedujo el segundo término de aquella formidable interrogación del héroe de Shakespeare: “¿cuál es más digna acción del ánimo: sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darles fin con atrevida resistencia?” No pretendamos desgarrar el denso velo que envuelven sus raciocinios desesperados; levantémonos de su tumba agusta, y dirijamos la mirada y la acción a su testamento político, a los destinos de la patria, al porvenir político de la nación argentina, a todo lo que sea grande y elevado, digno del ilustre muerto, caído en un momento sicológico.
Las más hermosas exequias a la memoria del doctor Alem, consistirán en realizar con serena firmeza cuanto exija el país para su completa regeneración, en lo político, social, administrativo y moral; para el más amplio ejercicio de sus libertades públicas; para impulsar al pueblo a los comicios, e imponer su deber a los gobiernos; para impedir “funestas restauraciones...¡Adelante los que quedan!”
He aquí el santo y seña de ultratumba, que sonará como un llamamiento supremo sobre el territorio argentino, mientras sus hijos defiendan el honor y la gloria! Seremos fuertes y dignos, ¡Duerme tranquilo, noble luchador!
Señores: Oigo que Alem, es el último representante de una raza de varones fuertes que se va, después de haber agitado hondamente la sociedad en que vivían; hasta se insinúan comparaciones algo deprimentes con oscuros caudillejos locales, surgidos del caos y de la anarquía. ¿Cómo? Alem, el conductor del pueblo argentino a jornadas patrióticas en momento solemnísimo para reivindicar el honor y la libertad; Alem, el viril combatiente, el ilustrado propagandista, el tribuno de fuego que arrastraba la democracia a su solemne manumisión; Alem, el virtuoso, el alma grande y noble, capaz de todas las intrepideces y de todos los sacrificios en pro de la nación argentina, ¿es el último romano, el último representante de los sublimes agitadores que dignifican la esperie humana? ¡No, jamás; no blasfememos de la patria! Alem deja toda una generación de discípulos, modestos, pero impregnados de las claridades, de las virtudes, del carácter y de la elevada enseñanza cívica del tribuno fulgurante!
Señores: En el interminable desfile del pueblo, que ha contemplado y traído a la mansión de las tumbas el cadáver del doctor Alem, han llamado la atención dos elementos sociales: la mujer y la cantidad enorme de jóvenes. La primera, desde la más remota antigüedad, desde el drama del Gólgota, es la piadosa compañera de los infortunios de los grandes hombres; la que prodiga su exquisita sensibilidad, consuelo y resignación al que sufre; flores de nardo a los mártires del deber, a los apóstoles del bien y de la virtud, a los benefactores de la humanidad. Los jóvenes responden con elocuencia al último toque de llamada del doctor Alem; demuestran que nunca fueron remisos a la palabra de orden del ilustre tribuno, y que están firmes y dispuestos a “consumar la obra” que recomienda en su testamento. Lo afirmo por mi honor: La Juventud será perseverante!
Señores: el Partido Radical de Entre Ríos y de Santa Fé, me ha encargado que hable en su nombre al sepultar los restos del doctor Alem. Aquellos pueblos, como las demás provincias argentinas, no sólo quieren honrar con delegaciones, ofrendas y discursos, la tumba del que tanto luchó por su causa, sin economizar sacrificio alguno, sino que también protestan, en presencia de los despojos del egregio ciudadano, “consumar la obra” de su redención política y social.
Los argentinos ya no veremos al iluminado demócrata fascinar las multitudes desde la tribuna de las arengas; las reivindicaciones armadas no contarán con aquel eficiente organizador; las campañas eleccionarias no serán presididas por el político rígido, que combatía las convenciones exitistas y sólo se inclinaba ante el veredicto de las urnas, leal y honradamente compulsadas; los parlamentos no volverán a escuchar la verba elocuente y fogosa, los grandes discursos del “tribuno del pueblo”; la causa de la defensa nacional ha perdido un brazo fuerte; los oprimidos y toda buena causa, ya no tendrán al más solícito e impetuoso de sus abogados; no veremos los grandes “meetings” del pueblo argentino, presididos y electrizados por el vehemente jefe del Partido Radical; la juventud no volverá a contemplar ni la fisonomía severa del gran demócrata, ni a oir su palabra arrebatadora; pero Leandro N. Alem no ha sufrido ni clamado en el desierto. Todo el partido Radical de la República sabrá dignamente “consumar la obra” que nos recomienda; conservaremos piadoso recuerdo del abnegado Jefe, y, perdonándole la falta de su postrera resolución, lo presentaremos a la posteridad como modelo de carácter y de civismo, en blanco mármol de Carrara, o en bronce sonoro e inmortal!
Paz en su tumba, honor a su memoria, y “adelante los que quedan”, hasta “consumar la obra...”
He dicho”

Publicado en La Nación del 4 de Julio de 1896.

Rol del estado en la cultura (José Genoud)


Debo expresar mi congratulación a quienes organizan este foro para debatir el rol del estado en la cultura, porque precisamente permite un debate de cara a la sociedad frente a lo que yo creo es un proceso paulatino de abandono del estado de su responsabilidad en materia cultural, fenómeno que se verifica en Mendoza, en Argentina y en todos aquellos países en donde se están aplicando reformas del estado a partir de las recetas del Banco mundial y del Fondo monetario internacional.Demás está decir que el estado debe ejercer un rol indelegable en materia de cultura y educación, salud, seguridad y justicia.A partir de la reforma del estado, se produce el consiguiente ajuste en la administración pública, con un efecto inmediato en la materia que hoy nos ocupa: una grave reducción del presupuesto en cultura, hoy el 0,4 del presupuesto provincial, y el intento de privatizar, museos, bibliotecas, orquesta filarmónica, etc.Pareciera ser que la política cultural ha sido alcanzada lamentablemente por el concepto neoliberal que sólo deben subsistir los organismos que sean rentables. La cultura no es privatizable. Si en cambio creo que una inteligente política cultural del estado debe ser coparticipar a los sectores privados de todas aquellas expresiones culturales que sirvan a los efectos de consolidar y difundir nuestro acerbo cultural.Sería un error si pensáramos que una política cultural se agota sólo en la búsqueda de recursos, ésta debe tener una clara dirección que invada todas las actividades del estado: educación, turismo, economía, política de medios de comunicación, obras y servicios públicos, etc.Por ello me propongo formular algunas propuestas para no quedarme sólo en el diagnóstico de este tema:

. Debe restituirse a la cultura el rango ministerial que tuvo, en función que la desjerarquización administrativa que sufrió no condice con este concepto que la política cultura debe impregnar todos los actos del estado. No es un tema menor. El Ministro y su Secretario de cultura deben participar de la reunión de gabinete donde se discuten y resuelven todos los temas que hacen a la Conducción de Mendoza, y no dejar este tema reservado a un ente autárquico como el Instituto Provincial de la Cultura.

. Debe propenderse a una coordinación territorial efectiva en materia cultural a través de un Consejo interdepartamental integrado por todos los Secretario de Cultura de cada uno de los departamentos de modo que la difusión cultural llegue a todos los rincones de Mendoza y a la vez poder proponer la difusión de las expresiones culturales que existen aún en los rincones más alejados de nuestra extensa geografía, que llegan con sus productos artesanales, su danza, su música, su gastronomía.

. El estado debe instrumentar políticas para facilitar el acceso de la mayor cantidad de personas a los modernos sistemas informáticos de comunicación, que permitan nutrirse de expresiones culturales universales como lo es Internet. Si lo alienta el estado está aceptando que sólo una elite se beneficie de ese proceso. La revolución en materia telemática debe llegar a cada escuela, biblioteca, Universidad, Consejos De Investigaciones, centros de estudios, etc.Este es un proceso inexorable, los gobernantes que así no lo comprendan, están condenando a un letargo cultural que se traducirá en doloroso proceso de atraso en todos los campos.

. El estado y los medios de comunicación tienen una responsabilidad sustantiva, deben aunar sus esfuerzos para que las expresiones culturales tengan cada vez más espacio para que tanto la radio, la televisión, la prensa escrita pueda vencer las manifestaciones vulgares que hoy actúan como una suerte de contracultura-Estos conceptos son los ejes centrales de una política cultural que como vimos en gran parte depende de los fondos que se dediquen a ese efecto. No pueden constituirse en hechos aislados sino que deben ser objetivos compartidos por el gobierno provincial como municipales, y debe asimismo promoverse la participación de los sectores privados como ya expresara. A modo de graficar, haré referencias concretas a experiencias que deberían proliferar y sistematizarse para que estas lleguen a todos los sectores de la ciudadanía. Los talleres de pintura, como las exposiciones con auspicios estatales y privados. La obra de los pintores que alcanzaron un buen nivel debe recibir de parte de la Secretaría de Cultura la posibilidad que estos puedan participar de exposiciones nacionales. Yo he realizado en el Salón Azul del Congreso de la Nación, dos exposiciones de obras de conocidos artistas de nuestro medio. Otro tanto deben hacer todos aquellos que puedan ser un vehículo para difundir estas obras mas allá de nuestras fronteras provinciales. Las escuelas de artesanía que afortunadamente se han organizado han permitido que un organismo de la Provincia se encarga de comercializar sus productos con éxito creciente. Lamentablemente hay departamentos que todavía no inician igual esfuerzo.Las escuelas de danza, los ballet municipales que no deben sólo exhibirse durante los festejos vendimiales, deben llegar a los sitios mas alejados de nuestra geografía.En materia de literatura, es fundamental el auspicio a nivel popular, los concurso de cuentos y poesía que muchas veces son el origen de quienes luego abrazan las letras como su arte preferido. Los autores consagrados en nuestro medio deben ser apoyados para su proyección nacional.Mendoza es una Provincia reconocida por su capacidad de trabajo y su afán de progreso, debe ser un objetivo de todos exhibir también su capacidad creadora, su talento artístico, o sea mostrarnos tal cual somos, nuestra música, nuestra danza, la belleza de nuestros paisajes en la tela de nuestros pintores. No solo mirando nuestra historia y tradiciones sino abiertos a todas las expresiones artísticas modernas la de nuestro tiempo y también del que viene.Agradezco la presencia de los artistas mendocinos, periodistas y público en general.

Conferencia de Jose Genoud realizado en el Salon de los Pasos perdidos de la Legislatura de Mendoza participaron entre otros Andres Gabrielli, Luis Triviño, Carlos La RosaSetiembre de l998

viernes, 20 de noviembre de 2009

Los gobiernos pueden labrar la felicidad de los pueblos (Hipólito Yrigoyen)


LI

Lo que importa, pues, es discernir el bien que hemos alcanzado y corresponder fielmente a sus consagraciones. La Nación que está investida de virtudes todopoderosas, debe trascender las más altas idealidades y las efectividades más encumbradas.
Los gobiernos pueden labrar la felicidad de los pueblos, orientando sus actividades en el movimiento integral de las acciones. En la verdad de la ley pareja y de una justicia social humanista y cristiana que tienda a resolver los derechos de los que menos tienen, armonizados con los poderosos, que lo tienen todo, hay campo para aplicar lealmente los preceptos de la Reparación nacional. Pero, en cambio, si ello se desestima, y se tiende únicamente a la prepotencia de la fuerza indiscriminada, que escuda la impunidad y la injusticia, y sanciona los fueros del privilegio, fatalmente se rueda por la pendiente que precipitaría al país al caos de la anarquía y la disolución.
Las grandes y justas aspiraciones impresas a las obras de los pueblos, demandan devociones patrióticas elevadas, y a veces, estoicas determinaciones en la afirmación de la propia fe. Pero la victoria pertenece siempre a los insobornables y limpios de conciencia y corazón. Por ello, la Nación debe ofrecer el ejemplar espectáculo de todas las actividades políticas, en lo social, económico y cultural, actuando en los escenarios conquistados por la libertad, a cubierto de la violencia y de las imposiciones sojuzgadoras que caracterizan el pasado.

LII

La salvación de la República estuvo concretada en las energías reparadoras que no solamente emanciparon y ennoblecieron la vida pública, sino que ensancharon ampliamente sus horizontes. Por tanto, no debe consentirse en desviaciones que interfieran la orientación histórica que con sublime heroísmo se trazó, porque sería ello renunciar a las grandezas que suman nuestra prócer predestinación.
La República Argentina, cumplirá fatalmente con su alto destino, consagrando la libertad y la justicia en sus representaciones públicas, como signo inconfundible de su tradición histórica, guardando leal armonía con su origen preclaro y abriendo nuevos escenarios a los perfeccionamientos de la vida universal.
Resta ahora que sus bases jurídicas se consoliden en absoluta correspondencia con sus fines. Sólo falta que este movimiento lleve la plenitud de su espíritu y su savia regeneradora al organismo social y político de los gobiernos, comunicándoles desde su elevado ámbito el estímulo del ejemplo, uniéndose al paso para prolongar los mandatos de la historia. Atender nada más que el resultado inmediato, es entregarse inerme ala inconsistencia de la hora subsiguiente, que llega con su necesidad premiosa exigiendo a veces la virtud que menos teníamos decidida. Debemos afirmarnos en el convencimiento de que la solución debe buscarse tal como la hemos planteado con los más austeros preceptos morales y las legítimas consagraciones públicas, para así extinguir la planta maldita de las bastardas ambiciones y los subalternos aprovechamientos. Así cada día que avanza el tiempo, nuestras concepciones seguirán penetrando con mayores lucideces y con ejemplares enseñanzas en la declaración histórica de constructivas irradiaciones. El dogma político abarcará el desarrollo completo de la vida integral del país.
Se juzgará que mis preocupaciones y mi pensamiento resulten redundantes con la insistencia que giran alrededor de una idea central y dominante. Pero no es así. Debo encarar la cuestión fundamental de la supervivencia de la reparación nacional, con el mismo interés patriótico que si se tratara de la supervivencia de la Nación, ya que ambas integran la realidad de un mismo destino.
De nada vale ninguna dignidad pública que no esté avalada por la certitud y la caracterización moral de aquel que la formula o aquellos que han hecho lo contrario de lo que ese juicio establece. Las inspiraciones del sentimiento patriótico tienen que guardar una absoluta armonía con la inflexibilidad que caracterizó la contienda nacional. La tarea que nos impone ese responsable deber es ardua, pero es necesario construir fundamentalmente la Nación, en la aplicación de auténticas soluciones de bien público.
Si cuando por medio de una unánime sanción nacional llegamos al gobierno -en una justa electoral desventajosa- buscando las cancelaciones del desastre causado por el régimen al país y a la ciudadanía, se creía va haber alcanzado la solución final; si ella se desviara, en defecciones culpables, el descontento nacional no tendría límites, porque ninguna tragedia moral para los pueblos es mayor que la que se origina en la frustración de sus esfuerzos o el malogro de
sus conquistas. En ese caso la pérdida de la fe es un crimen de lesa patria.
La obra histórica misma, quebraría su continuidad en el tiempo si se la interceptara en su vigencia en la acción de gobierno, rescatando de la conciencia ciudadana sus benéficas idealidades y su espíritu renovador. El hombre de Estado fracasará siempre que no se proponga esforzadamente a extinguir las causas que malogren el desenvolvimiento natural de los pueblos, aplicando los resortes constitucionales y el orden jurídico con sabia escrupulosidad. No puede haber ficciones morales, políticas ni sociales que lo determinen para excusarse de cumplir los requerimientos esenciales de la comunidad. Los gobiernos que en tales oportunidades han sabido responder honradamente a esas esperanzas y a las aspiraciones de bien público, llenaron ciclos de la historia, e impusieron a las naciones la marcha del progreso y la felicidad. El carácter y la conducta no se revelan sólo al afrontar las imposiciones de las causas, sino que se expanden en sus influencias afirmativas, cuando llegan a solucionarlas con acentuaciones definitivas.
Por ello, el gran propósito cuyo signo es el de la suprema ley de la Nación, será mantenerse a la altura del mandato representativo, en la línea del decoro y rectitud que emana del precepto dogmático de la causa.
Dentro de las normas que fijan esos sabios preceptos de la Reparación, la concepción del Estado debe sustanciarse con mayor amplitud para responder a las exigencias perentorias de la Nación. La soberanía en sus expansiones definidas reclama la política tan lúcidamente sentida por el país, como reflejo de todas las inspiraciones del patriotismo, en la aplicación integral de las condignas soluciones.

Hipólito Yrigoyen. Mi Vida y Mi Doctrina

La revolución como recurso superior de las sociedades (Leandro Nicéforo Alem)


Conciudadanos:

Me creo relevado de analizar la justicia y la legitimidad de la revolución como recurso superior de las sociedades, cuando atraviesan por la situación a que habían llevado a la nuestra sus malos mandatarios.
Al ser colocado al frente de este movimiento de reacción, con la visión clara de mi responsabilidad y mi deber, comprendí que la hora de realizar ese recurso supremo había llegado, para despejar las sombras, que de día en día y en acción vertiginosa se extendían sobre el horizonte límpido y hermoso de la patria!
La revolución, señores, era inevitable desde que todos los resortes constitucionales, todos los medios de reparación, que constituyen los derechos y las libertades del pueblo, habían sido aniquilados y desconocidos por sus gobernantes.
Habiendo consultado a toda la república en sus hombres más puros y pensadores, al mismo tiempo que al ejército y a la armada en sus miembros más distinguidos y caracterizados, adquirí el convencimiento de que la convicción serena de su frente era la expresión, la reclamación del sentimiento argentino cuya sanción y confirmación es notoria en todas sus manifestaciones.
Desde entonces, señores, me consagré por completo a la realización de este mandato, que en eco vibrante ha llegado de momento en momento de todos los ámbitos de la república y con toda modestia, pero en cumplimiento de mi deber, presento a la consideración pública - para que forme juicio sobre si he sabido interpretar y estar a la altura de tan importante misión - los amplios y honorables elementos que organicé en prosecución de esta reclamación de la patria, con todo el tino y prudencia que la situación requería en medio del más vivo espionaje y seguido en todos los momentos.
Y si la revolución, señores, no tuvo éxito en el combate, por circunstancias complejas, debo también confesar ingenuamente, que mucho influyó su propia exagerada gentileza, y me es simpático confundirme en esa responsabilidad.
La revolución debió estallar en casi la totalidad de la república; pero halagado por la idea de que triunfara sin la más mínima efusión de sangre, si fuera posible, habíamos preferido que solo aquí tuviera lugar, creyendo que la situación que alcanzara determinaría la suerte de toda la república.
Yo, señores, me congratulo íntimamente de haber contribuido a que el pueblo argentino se halla levantado unísono con la energía y vitalidad de su carácter a protestar, como corresponde, de sus oprobiosos mandatarios, quedando de hoy en más de pie, firme y sereno con la conciencia de su deber, porque a mi juicio, es este el verdadero y fundamental triunfo de la revolución!
Sí, señores; lo único que nubla mi espíritu es el recuerdo de los que han caído víctimas de tan sagrado deber y para los que pido la gratitud argentina, aunque comprendiendo que algún sacrificio era indispensable para reparar tan deplorable situación.
La revolución iba a estallar otra vez, iniciándose en seguida, mucho más grandiosa que lo que acababa de ser; pero la resolución del Presidente la ha desarmado legítimamente, desde que ella no tenía otro objeto que apartar las obstrucciones que se le hacían al pueblo en el ejercicio de todos sus derechos, y es necesario no olvidar que la parte principal de la acción le corresponde al pueblo; como es necesario no olvidar tampoco, que los hombres de bien deben unirse; que la opinión pública debe vigorizarse por la cohesión para hacer prevalecer la voluntad nacional en las emergencias futuras de la vida política, ya que la obra emprendida por la Unión Cívica debe ser continuada con la misma actividad y energía del presente, porque el rayo de luz espiritual que el Creador ha impreso sobre nuestra frente como Nación, nos impone sagrados y altos deberes en el concierto humano, siendo ésta nuestra tradición gloriosa; y si nuestros padres han concurrido con sus esfuerzos a la conquista del derecho y de la libertad en una gran parte del continente Sudamericano, nosotros tenemos el deber de enseñar y difundir ese derecho, conservando siempre celosos el sentimiento de esa libertad en todas sus manifestaciones, perfeccionándonos de día en día, constituyendo una moral propia en todas las esferas de la vida, que sirva de enseñanza y de fuente inspiradora para todos los pueblos, porque nuestra vida política debe ser un certamen de honor y de competencia, y cuando nos hayamos organizado bajo estos severos preceptos morales, y hayamos tomado el puesto que nos está señalado en la marcha del mundo, recién entonces podremos experimentar la dulce y retempladora melancolía que produce la conciencia del deber cumplido en su más alto concepto!
He dicho.


Leandro Nicéforo Alem
12 de Agosto de 1890

jueves, 19 de noviembre de 2009

Hipólito Yrigoyen, Funerales de Epopeya (Ricardo Rojas)


“El azar ha querido que al morir Hipólito Yrigoyen, me invistieran de su representación las diversas regiones del interior argentino, como si para oír su voz en el ágora metropolitana del sepelio, buscaran el acorde de la patria común las diversas tonadas de nuestro federalismo, que hallaron al fin en aquel gran caudillo porteño, al forjador de la nueva unidad nacional, no como antes por pactos de Estados, sino por hermandad de corazones en la solidaria empresa de un mismo ideal político.
Éstos son funerales de epopeya y todo ha de tener aquí el temple del prócer y de su pueblo. Si “la bandera de nuestra libertad civil” está enlutada, lo está por su muerte; pero también por la muerte de las libertades argentinas. No hemos venido aquí para argumentar el panegírico, ni para litigar con los que pretenden tasarle la fama en centímetros de necrología o en burocráticos distingos de honores. No se trata aquí de “honores”, sino de honor. Tramiten ellos su papelería, mientras él entra en la inmortalidad, que es el amor del pueblo a quien tanto sirvió. Han estado estos tres años mordiéndolo con saña para deshacerlo, y aún no saben que mordían un bronce. Muchas veces en el curso de su larga existencia, lo coronó con sus palmas la victoria, pero faltaba le a Yrigoyen la corona de zarzas del dolor injusto, y ésta llegó para su frente en la hora de la ancianidad, tornando más conmovedora su silueta de apóstol.
Ha entrado en la inmortalidad; y al transponer el río de la muerte, que imaginaban los antiguos sobre la pradera de Asfódelos en que vagan los manes, se adelantarán los fundadores de la patria para recibirlo.”

Ricardo Rojas
Funeral de Don Hipólito Yrigoyen, 6 de julio de 1933

La Unión Cívica Radical es una fuerza espiritual; un estado de conciencia (Honorio Pueyrredón)


'La Unión Cívica Radical es una fuerza espiritual; un estado de conciencia; radica en el alma del pueblo; el Radicalismo es hoy como lo fuera otrora una esperanza de redención social. Si llegáramos a defraudarle, si por falta de comprensión de sus hombres dirigentes no marcáramos en la acción futura de gobierno, rumbos y procedimientos nuevos que lleven la gran premisa de asegurar la mayor felicidad al mayor número; si no hemos de empeñarnos y crear un estado medio entre la riqueza y la miseria, de modo que el pobre tenga asegurado un mínimo de bienestar, con pan, escuela y trabajo, y el que lo ha conquistado viva libre del miedo de perderlo; si no hemos de hacer lo bastante, para no contemplar el espectáculo de ver levantarse a diario nuevas ciudades, en las que mientras el obrero con sus manos construye palacios, no asegura para su cabeza un solo techo, si no hemos de reivindicar el ideal de civilización moderna, de que el obrero sea el elemento esencial y el asociado de la industria; de que el hombre está primero que la máquina y primero que el producto, y que para una Nación fuerte hacer dinero es menos importante que formar hombres; si no hemos de hacer eso, días nebulosos podrán venir para la paz social de la República".

Doctor Honorio Pueyrredón - 1934

Cuando los países y sus pueblos bajan la guardia están esclavizadas las Repúblicas (Ricardo Balbín)


"La presencia en el acto de hombres y mujeres sin temores, de mujeres con sus hijos en brazos, están notificando al país que es preferible afianzar la libertad en el derecho de la democracia, que mandar ejércitos a luchar contra las guerrillas. La guerrilla no estará en la medida que los pueblos se pronuncien de esta manera. Se aventará el terrorismo y se pacificarán las mentes para comprender definitivamente, que en el camino de la democracia real, con un profundo sentido social, la paz reina y la justicia es el símbolo para todos.
Pienso que la participación de todos y cada uno, está fortaleciendo el edificio institucional del país. Alguno ganará, pero todos han servido. Este fue el lenguaje que nosotros iniciamos en el país antes de los procesos electorales. Dijimos una verdad que estamos cumpliendo y ha tenido sus consecuencias. Terminado el comicio alguien gana y alguien pierde, pero todos debemos ayudar porque el pueblo ya se ha pronunciado.
Toda la Nación está en queja. Todo el país se siente no consultado. No se ha acertado en la conducción. Debe rectificarse la conducción. Se dijo de todas las maneras, se explicó en todos los lugares. Podría decirse que la palabra interesada de un senador de un partido político o de un diputado, se pudo decir que era un documento de un parlido político, pero faltaba esto, esta presencia y esta noche para comprender que salen de abajo para arriba reclamos vigorosos de rectificaciones que necesita el país con urgencia, con decisiva urgencia. Porque de continuar de esta manera podemos llegar a situaciones irreparables y hay que evitarlas en nombre del país. Este no es el compromiso de una expresión política que estaba asomando, deberes nacionales obligan al conjunto a repensar cómo deben ser las ubicaciones y en qué medida se pueden obtener las rectificaciones. En nombre de esa lealtad yo les digo que estamos pasando momentos difíciles que se pueden transformar en consecuencias desgraciadas. No soy el augur de cosas que destrozan o angustian, pongo la verdad: aquí hay una queja profunda que está extendida en todo el país. ¿Cuál es el destino de la queja? O la consideramos a tiempo, rectificamos los rumbos, aliviamos circunstancias o la dejamos correr para que cada vez se vaya agudizando más la angustia, la desesperación y el desengaño.
Yo quisiera pasearlos de la mano por el país, a cada uno de los hombres jóvenes, viejos o maduros. Tomarlos de la mano y hacerles caminar por la dimensión de la Argentina. Acá se fueron enumerando los problemas de todas las regiones pero yo les puedo decir a ustedes, porque yo he visto en Santa Cruz que ya le están perdiendo fe a su tierra, porque ven que no es la naturaleza quien los derrota, sino el hombre que los aplasta.
Yo los llevaría al valle del río Negro donde un hombre me dijo a mí, a un hombre que era su amigo: 'no me digas que saque la fruta, no me digas que salve las instituciones, porque si yo arranco la fruta me fundo, y fue mi trabajo'. El ánimo de esa gente es el que tiene que considerar la Señora Presidente de la República.
Debe dejar de estar en los lugares cerrados, donde llegan los que se aprovechan, para que pase lo que dice nuestro candidato, la voz del pueblo y el pensamiento del pueblo y sobre todo, la sonrisa del pueblo. Entonces habría de comprender cuál es la magnitud de su responsabilidad.
Yo he lamentado mucho que mandara los colchones y las frazadas, que vinieran pensiones multiplicadas, que dineros que no sabemos de dónde salen se han repartido aquí -lo lamento por ella- que debe saber que es la Presidente del país y no la compradora de conciencias en Misiones.
Señores adversarios: los hijos de nosotros son también vuestros hijos. Cada uno de nosotros tiene ya la vida realizada, estamos más cerca de la nada que de la vida. ¿ Por qué no manejan esta responsabilidad? Porque el joven radical que se queja, es igual al joven peronista que se queja en silencio. y puede transformarse en un amargado, ayúdenlo, ayúdenlo. Levanten los potenciales de la fuerza moral de su provincia, que va a servir al país, va a ser necesario al país.
Si ganan los otros, será una victoria limpia, pero sería un peligro. Se emborracharían de poder los de allá. y entonces las cosas andarían peor en el país. Pueden desmejorarse definitivamente.
Queremos las instituciones y su permanencia. Estamos en contra de todos los golpes y de los golpeadores. Estamos hartos de dictadores y dictaduras. Queremos fortalecer el país, que vote el pueblo en 1977, todo el pueblo. Si aciertan ganarán, si pierden ganarán otros, pero marchará la República por el camino de la democracia, de la libertad y del derecho.
Este proceso electoral misionero es mucho más importante de lo que cada uno piensa. Porque a la provincia la está mirando el país, y el país quiere saber si puede recobrar la fuerza de la fe, la fortaleza de la democracia.
Jóvenes: cuando los países y sus pueblos bajan la guardia están esclavizadas las Repúblicas. Cuando se pierde la fe en sí mismo, cuando no se consideran las expresiones dadas por un pueblo, se bajan las guardias en su mayoría. Yentonces vienen las minorías torpes, los aventureros sucios que se apoderan de las escenas. Solamente ustedes jóvenes, pueden evitar todo esto. Pueden desde aquí con vuestra decisión levantar la fe del país de nuevo. Algunos dicen que si ganan los radicales en Misiones, será una isla. y yo les digo a ustedes que si gana el pueblo con los radicales, será un símbolo y no una isla.
Nos comprometemos a pasear vuestra victoria por todo el país. No les vamos a decir ganaron los radicales, les vamos a decir con lealtad, ganó el pueblo total de Misiones, la lucha de la reivindicación nacional."

Doctor Ricardo Balbín
Discurso del 10 de abril de 1975

Acto público en la esquina de Corrientes y Mitre, Posadas, Misiones

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Testamento político (Leandro Nicéforo Alem)


He terminado mi carrera, he concluído mi misión…Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. ¡Sí! Que se rompa pero que no se doble.

He luchado de una manera indecible en estos últimos tiempos, pero mis fuerzas -tal vez gastadas ya- , han sido incapaces para detener la montaña…y la montaña me aplastó…!

He dado todo lo que podía dar; todo lo que humanamente se puede exigir a un hombre, y al fin mis fuerzas se han agotado…y para vivir inútil, estéril y deprimido es preferible morir!

Entrego decorosa y dignamente lo que me queda, mi última sangre, el resto de mi vida!

Los sentimientos que me han impulsado, las ideas que han alumbrado mi alma, los móviles, las causas, y los propósitos de mi acción y de mi lucha -en general- , en mi vida, son, creo, perfectamente conocidos. Si me engaño a este respecto será una desgracia que yo no podré ya sentir ni remediar.

Ahí está mi labor y mi acción desde largos años, desde muy joven, desde muy niño, luchando siempre de abajo. No es el orgullo que me dicta estas palabras ni es debilidad en estos momentos lo que me hace tomar esta resolución. Es un convencimiento profundo que se ha apoderado de mi alma en el sentido que lo enuncio en los primeros párrafos, después de haberlo pensado, meditado y reflexionado mucho, en un solemne recogimiento.

Entrego, pues, mi labor y mi memoria al juicio del pueblo, por cuya noble causa he luchado constantemente.

En estos momentos el partido popular se prepara para entrar nuevamente en acción, en bien de la patria.

Esta es mi idea, éste es mi sentimiento, ésta es mi convicción arraigada, sin ofender a nadie; yo mismo he dado el primer impulso, y sin embargo, no puedo continuar. Mis dolencias son gravísimas, necesariamente mortales.

¡Adelante los que quedan!

¡Ah! Cuánto bien ha podido hacer este partido si no hubiesen promediado ciertas causas y ciertos factores…¡No importa! Todavía puede hacerse mucho. Pertenece principalmente a las nuevas generaciones. Ellas le dieron origen y ellas sabrán consumar la obra. ¡Deben consumarla!.

LEANDRO N. ALEM

Testamento político de Leandro N. Alem

Realizado en Buenos Aires, Argentina, el 1 de julio de 1896

Pensamos de la libertad acaso como podría pensar Dios (Crisólogo Larralde)


“Los radicales no le vamos a hacer al presidente una carrera demagógica. Nosotros no estamos contra el capital. Porque el capital como acumulación de dinero no es mas que acumulación de trabajo. El dinero no es mas que la traducción económica del valor del trabajo. El capital es necesario para financiar la producción y desarrollarla, tanto en los países de economía estatal como Rusia, como en los países de economía privada como Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Argentina, Etc. Pero estamos contra los excesos del capital. Es como si reconociéramos que siendo bueno el alcohol es funesto el alcoholismo. Nosotros sabemos que el capital, obediente a su ley constitutiva, no busca otra cosa que la ganancia, que coloca la obtención de la utilidad por encima de la moral, que cuando puede engrosarse honestamente lo hace y cuando no, lo hace lo mismo. El capital coloca la obtención de la utilidad y del beneficio por encima de la libertad, porque si puede acumular en libertad lo hace y si no, lo hace acomodándose con las dictaduras. Lo coloca por encima de la justicia y por encima del derecho, porque cuando puede realizar sus fines de crecimiento hipertrófico dentro del derecho y al amparo de la justicia, lo hace allí, pero cuando no, lo hace a pesar de la justicia y violando las leyes del derecho.

Nosotros conocemos la entraña dura de la bestia implacable que tiene el capitalismo y sabemos que los titulares del capitalismo, que son hombres como nosotros, conocen la tragedia de su propio destino. Ellos saben que no hay lugar mas frío, ni mas duro ni mas inhóspito que vivir durmiendo en vigilias angustiosas sobre montañas de oro, pero ellos saben que si cada uno de ellos se desposee de lo que tiene, no lograrían por ese medio la riqueza instantánea de las clases desheredadas.

Queremos entonces una revisión del ordenamiento capitalista. Queremos sacar el oro de la posición de símbolo augusto que le da esta civilización y poner en su lugar al hombre y trabajar todos por ese hombre que no pertenece a ningún partido, a ningún país, que el ser trabajador de todas las épocas., para hacerlo mas suyo, para darle mas salud, para hacerlo mas soberano, para hacerlo mas libre.

Queremos los radicales servir en esta lucha una causa de carácter extrapartidario; de carácter humano. Nadie piense que estamos recorriendo el país para hacer prosperar candidatos; nadie sea tan crédulo y tan ingenuo de pensar que estamos luchando por el éxito electoral de un partido, por las posiciones, por los cargos políticos, por lo que hay de personal en esta contienda.

Queremos que las palabras “revolución social” de que ha hablado el presidente de la República, se conviertan mediante nosotros en un hecho generoso y positivo para bien de todos. Queremos hacerlo sin sangre y sin rencores, como aquí se dijo, no a favor de un partido, si a favor de un pueblo; queremos anteponer a los privilegios económicos, el derecho del individuo, pero nada vamos a poder realizar, absolutamente nada, si primero no conseguimos el arma mas importante, que es el arma que todas las dictaduras niegan.

El marxismo dice: “La libertad es un prejuicio burgués”. El fascismo afirma “La libertad es un cadáver putrefacto en el Estado”. El peronismo dice “La libertad no sirve para comer”. Nosotros decimos que la libertad es lo único que sirve, que ha derecho de comer por el hecho de haber nacido; que hay derecho de comer para conservar la vida; para ennoblecerla con los actos de cada mañana y de cada tarde, pero no vivimos para comer, si no a la inversa. No pensamos en la libertad como el marxismo ni como el fascismo ni como el peronismo. Pensamos de la libertad acaso como podría pensar Dios.

Dadme al hombre en el corazón y en el cerebro, en los hijos que la vida le pone al lado; en la mujer que la vida y el amor le pone al flanco; en la madre que le ha puesto antes, en los nietos que van a venir después; una tremenda responsabilidad por aquella que se fue, por éstos que crecen y se multiplican; por aquellos que van a venir. Necesitamos para ser útiles, para se r hombres, para ser un valor, ser ante todo libres. Aquellos amigos que votaron bien al votar contra nosotros el 24 de febrero de 1946 ?parece una paradoja- votaron bien porque creyeron que votaban su liberación económica y nadie puede condenar una aspiración tal; que se acerquen a nosotros para que con nosotros sientan la alegría de liquidar un sistema dictatorial para el bien de la República”

Discurso de Crisólogo Larralde como candidato a vicepresidente (1954)

Fascismo y Comunismo (Marcelo Torcuato de Alvear)


Tanto el fascismo como el comunismo buscan el estado totalitario, es decir, la abolición del individuo en beneficio de la entidad estado. La vieja fórmula liberal: el Estado se funda para facilitar el desenvolvimiento y los derechos y asegurar las garantías del individuo, ha sido reemplazada por el siguiente concepto: el Estado antes y sobre todo; el individuo no es más que un factor de los tantos que deben concurrir a fortalecer el Estado como entidad superior e ideal.
En este punto, como se nota fácilmente, tanto el fascismo como el comunismo cultivan una idéntica teoría: reducir las prerrogativas del individuo y “totalizar” el Estado, y dentro del Estado, “totalizar” un solo criterio político, un solo ideal político y una sola acción política. Es decir, suprimir totalmente la libertad, con la cual no sería posible el régimen absoluto que impera en los estados fascista y nazi o en el estado comunista.
Por eso, por buscar esos resultados tan semejantes, también son semejantes los medios empleados, como se ve: supresión de toda crítica de gobierno, implantación de un régimen dictatorial absoluto, abolición del derecho de pensar, y penas severas, que llegan hasta la pena capital, a los que conspiran o manifiestan opiniones contrarias al sistema imperante, tanto en Italia como en Alemania y Rusia.
Hasta ahora se advierte cómo son idénticos el propósito inmediato y los procedimientos puestos en práctica para conseguirlo: es decir, en suma, estado totalitario y abolición total de la libertad y de los derechos más esenciales del individuo.
Sin embargo, los propósitos remotos que buscan tanto uno como otros, son bien diferentes, el fascismo y el nazismo quieren construir los respectivos países donde imperan en países poderosos, y para ello estimulan la hipertrofia del sentimiento nacional que acaba, en su delirio de grandezas y de hegemonía, por salir de los límites de su propio territorio para extenderse y buscar dominios nuevos y nuevas zonas de influencia por el mundo. Y naturalmente, al desbordar de sus fronteras, chocan con otras soberanías que ven el peligro de esa expansión inusitada. De manera que podría decirse que el fin remoto más claramente manifiesto, no por las palabras, que en este caso sirven para disfrazar las verdaderas intenciones, sino por los hechos, es construir imperios o naciones poderosas que puedan ser árbitros del mundo y de las ideologías que deben gobernar otros pueblos, por más extraños que lo sean. Se revela aquí la misma aspiración del Estado por encima de todo; pero, en la realidad, sintetiza al Estado en un hombre, el dictador, que a semejanza de Luís XIV, dice en los tiempos modernos: “el Estado soy yo”, como en Alemania y en Italia.
La condición esencial de esos regímenes es la apoteosis de la fuerza y de la guerra y así van formando el espíritu de las nuevas generaciones, para hacer de ellas soldados que tengan por ideal superior las batallas y la gloria.
En cambio, aún cuando el comunismo usa idénticos medios y es igualmente un grave peligro para los países que tienen un sentimiento democrático arraigado y un culto firme por la libertad, y aunque la implantación de sus ideas o la lucha por ellas puede suscitar una anarquía funesta y retardar el progreso, la civilización y la cultura de los países en que se desenvuelve, no se puede negar que tiene un propósito superior e idealista, como es la fraternidad entre todos los hombres del mundo, la desaparición de las clases sociales, el bienestar general, la abolición de la guerra y la comunidad de bienes, intereses y propósitos de los ciudadanos de un mismo país.
Es claro que esto es una utopía irrealizable y no puede ser obtenida como se proponen los comunistas. Y entonces, para intentar realizarla, no se paran en medios: emplean los mismos procedimientos brutales, sanguinarios, de fuerza, tiránicos, y también Rusia, a semejanza de lo que ocurre en Alemania e Italia, suprimen toda libertad y toda manifestación de pensamiento contraria al régimen imperante, monopolizando y “totalizando” todas las opiniones de las fronteras del Estado.
Pero es claro que, dada la diferente ideología de ambas doctrinas, la fascista y la comunista, el peligro de penetración del comunismo en otros países o mejor dicho, el peligro de su propaganda para conseguir adeptos es más grande, porque habla a las masas y porque les habla de un ideal superior, de un anhelo innato en el ser humano: la paz, el bienestar, el mejoramiento de las clases más pobres, de los necesitados de la sociedad, y les ofrece, en doctrina al menos, soluciones casi inmediatas a todos esos problemas que vienen pesando sobre la humanidad desde hace siglos, no obstante lo mucho que se ha hecho y se va haciendo para suprimir las injusticias entre los hombres.
Para los propagandistas de la doctrina de Marx contra el capital y contra las grandes fortunas y los grandes terratenientes, a quienes hacen aparecer como los que realmente imponen esa desigualdad entre los hombres y esa barrera infranqueable que impide a los humildes tener por lo menos lo necesario para vivir, van creando odios de clase, penetrando en el espíritu y seduciendo a las mayorías de los pueblos, compuestas justamente por las clases proletarias e inferiores de la sociedad. Ese es su gran peligro.
En cambio, el fascismo y el nazismo, sobre todo en Sud América, quieren imponer sus doctrinas sin tener una clara idea de sus propósitos fundamentales. Quieren convertirse en organismos que tengan por principal objeto aparente combatir al comunismo: pero en realidad, lo que buscan es el predominio de una clase privilegiada, para usufructuar situaciones públicas, muchas de ellas artificiales e injustificadas.
Estas son las dos tendencias que, como plantas exóticas, tratan de arraigar en nuestro suelo, y será inútil que se trate de extirpar el comunismo con organizaciones fascistas, ni destruir el fascismo con organizaciones comunistas: el remedio, el más eficaz y el más inmediato, sería el que prescriben nuestras leyes y nuestra Constitución, y que está en el alma de nuestro pueblo: ese remedio es la libertad.
Ninguna de estas doctrinas puede prosperar en un ambiente de libertad. En las grandes democracias del mundo, como en Estados Unidos, Inglaterra y Francia y las naciones del norte de Europa, auténticas democracias, como Dinamarca, Suecia, Noruega y Holanda, no hay fascismo ni comunismo: la libertad los ahoga a ambos y son simples expresiones de doctrinas que no han conseguido grupos importantes de adherentes. Sus representaciones en los Parlamentos son pequeñas minorías dentro de ellos, que no pueden perturbar la marcha normal del Estado ni de los principios fundamentales sobre los cuales se apoyan esas cultas democracias.
En nuestro país el medio era fácil. Hubiera bastado que el pueblo ejercitara sus derechos, que la libertad política fuera una realidad y que las luchas electorales no se invocaran para violar las leyes o para burlarlas y que no se crearan a espaldas de ellas, de la Constitución y de la soberanía popular, gobiernos artificiales, sin arraigo en la opinión y sin tener la representación legítima del pueblo argentino.

Marcelo Torcuato de Alvear, articulo escrito en La Prensa, octubre de 1937.

sábado, 31 de octubre de 2009

No nos apartaremos de la Constitución y La Ley (Arturo Umberto Illia)


“Si nos esforzamos en formar una conciencia nacional, con justo sentido moral, no nos desesperaremos nunca, ni nos agotará cualquier encarnizada adversidad, porque sabemos también las razones fundamentales de por qué luchamos, y desterremos el temor y será superada cualquier acción psicológica que pretenda desnaturalizar nuestras rectas intenciones. En este obstinado combate para lograr una justa convivencia nacional, no asumimos el poder para dominar nuestro país, sino para servir a su grandeza, no apartándonos jamás de la Constitución y de la Ley, asegurando a todos nuestros conciudadanos iguales derechos y responsabilidades.
Nos moderaremos constantemente para no ceder a los agravios contra las virtudes republicanas, y acompañaremos y comprenderemos a nuestro pueblo para que todos cumplamos con nuestro deber: sentir la patria, y servirla en profundidad y con sencillez.
Somos conscientes de la responsabilidad que importa el honor con que el pueblo y los partidos políticos generosamente nos han honrado, como así también de la multiplicidad y complejidad de los problemas que debemos afrontar; pero tenemos la firme convicción de que con la ayuda de la Divina Providencia y de todos los sectores de la nacionalidad, el país podrá ver concretado un porvenir venturoso de paz y felicidad”.



Fragmento del Mensaje al Congreso 12 de octubre de 1963

viernes, 30 de octubre de 2009

Siempre es útil recordar (Raúl Ricardo Alfonsín)


Es justo reconocer que, aun en medio de las más graves crisis, prevaleció a lo largo de los últimos años el instinto de preservación de la democracia recuperada, la reconstrucción de sus valores fundamentales y la noción del estado de Derecho. Si es así, estaríamos retomando el camino iniciado en 1983, alejándonos definitivamente del “país al margen de la ley” que tanta violencia y muerte produjo en la Argentina, y consolidando la democracia, en resguardo de la libertad y en la búsqueda simultánea de la igualdad.

La consolidación de la democracia requiere de la vigencia de los derechos y garantías contemplados en la Constitución nacional. Muchos políticos, periodistas y opinadores volvieron recurrentemente sobre la cuestión al hablar de la necesidad de proteger los derechos humanos de las víctimas de la inseguridad, contraponiéndolos a los derechos humanos de los posibles victimarios, pretendiendo que se desconozcan las garantías procesales de los sospechosos, como si éstos no tuvieran el derecho de defensa, el beneficio de la inocencia y el de la duda, consagrados en el artículo 18 de la Constitución nacional. Sigo creyendo en aquella teoría de Sócrates de que es mejor padecer la injusticia que cometerla. En este sentido debemos advertir sobre los riesgos que vuelven detrás de demandas y ofertas de orden y seguridad que se asemejan a los discursos que abrieron el camino al horror. La preocupación debe ser mayor cuando estas expresiones de intolerancia se manifiestan electoralmente a través del apoyo a candidatos identificados con la violación de los derechos humanos.

Siempre es útil recordar cómo se perdió la democracia en nuestro país; recordar también hasta dónde una parte de la sociedad pudo resistir, encontró los canales de expresión o prestó su consentimiento en lo que pasó durante los años de violencia política y más específicamente durante la última dictadura militar. No admito que todos tengamos la misma responsabilidad, ni del mismo grado ni del mismo tipo, porque hubo algunas personas, civiles y militares, que fueron especialmente responsables en los hechos atroces que se cometieron y fundamentalmente en la degradación del estado de derecho, en el sostenimiento de la última dictadura militar, defendiéndola en los medios de comunicación, en los organismos internacionales de crédito o en las Naciones Unidas. Me producen un fastidio especial las actitudes de quienes se beneficiaron económicamente con la represión y el “orden” impuesto por la dictadura y luego se colocaron con una gran arrogancia en el lugar de fiscales de la República. Es necesario recordarlo, sin rencores ni indulgencias.


Raúl Ricardo Alfonsín. “Memoria Política”, 2004.

Tenemos que querernos más entre nosotros los argentinos (Raúl Ricardo Alfonsín)


Queridos amigas, queridos amigos:

Sin duda hay importantes motivos para celebrar estos 25 años de la democracia Argentina.

Todo lo que nos ha dado en materia de libertad, de derechos, de lucha contra la impunidad. Todo lo que ha significado el retorno a una sociedad que quería salirse de su compartimiento estanco para volcarse, como corresponde, en una sociedad abierta a la fraternidad que significa encontrarse juntos con el propósito de vivir esa vida común, que es lógico que se viva en una democracia.

Es muy importante lo que se ha logrado, comprendiendo que la democracia no es simplemente el ejercicio de la libertad, es también la búsqueda de la igualdad. Es también la que mejor posibilita la distribución del ingreso.

No lo hemos logrado del todo, quién no lo sabe. Por eso nuestro inconformismo. Pero mientras se apunte en esa dirección, mientras sepamos que es imprescindible comprender que la democracia no es solo libertad sino que también es búsqueda de la igualdad iremos conformando una sociedad más libre, una sociedad que, en definitiva, de la respuesta que nosotros y nuestros hijos esperan, para una realidad que es necesario, definitivamente, mejorar.

Es absolutamente necesario, les decía, comprender que en esta democracia que buscamos no podemos tampoco quedarnos en la añoranza. No podemos refugiarnos en un pasado que ya fue y que muchas veces nos llenó de frustraciones.

Por el contrario, es imprescindible que tengamos la inteligencia suficiente como para entender que es necesario mirar con inteligencia, con el corazón y la mente en el presente, pero con la imaginación puesta en el futuro para encontrar la forma de solucionar problemas que distan mucho de ser resueltos en nuestro país.

Fíjense ustedes, sólo unos ejemplos nada más: qué otra forma tienen los argentinos sin distinción de partidos políticos para resolver los problemas generacionales de la pobreza, sino a través de la educación. Fíjense de qué manera tenemos que trabajar también juntos y unidos para hallar la mejor forma de resolver los problemas que hacen a lo social en nuestro país.

Es imprescindible, entonces, que nos demos cuenta de que debemos trabajar juntos. Es necesario el diálogo. Diálogo que no es simplemente diálogo entre gobierno y oposición, que es diálogo también dentro de la oposición, pero que se caracteriza fundamentalmente por esa presencia del gobierno en el diálogo que no puede, de ninguna manera, sentirse el realizador definitivo de la argentina del futuro porque haya ganado una elección

Hay qué entender que tenemos que trabajar para mejorar la sociedad argentina. Se trata no solamente de un problema de los políticos ni del gobierno. Es un problema de la sociedad, de la sociedad toda, que debe encontrar la forma de receptar los reclamos de cada uno con el propósito de discutirlos, y ver la forma de hallar consensos que superen disensos, que sin embargo necesita, desde luego, la democracia. Porque si todo fuera consensos no podría existir.

Y dentro de esa democracia está la juventud, miles y miles de jóvenes que han sido llevados anteriormente a verdaderas catástrofes frente a la imposibilidad de cumplir con objetivos que creían esenciales y que a lo mejor eran esenciales. Pero que de ninguna manera podían concretarse a través de la violencia.

Juventud que tendrá que ser empujada por todos los partidos políticos. Hay temas como estos que les he nombrado que superan los lineamientos políticos. Van más allá de cualquier tipo de división que halla en el orden o los criterios que puedan tener sobre determinados puntos.

El mundo en el que vivimos nos obliga a ser inteligentes, a encontrar los caminos correctos. América latina está comenzando a dar los pasos fundamentales de una socialdemocracia que solamente podrá concretarse si abandonamos, de una vez para todas, la idea de que es necesario construir esa democracia social sobre la base de la destrucción de todo lo que existe, en el marco de ese neoanarquismo que se basa en el sabotaje, en la destrucción, para realizar un cambio que se cree necesario sobre la base de no tomar el poder.

Que cosas estamos escuchando, que cosas les decimos a nuestros jóvenes. Es imposible que no surjan de los distintos partidos voces claras que definan cual es la precisa realidad.

Yo recuerdo que en el acto del Obelisco juntamos un millón de personas. No podrá hacérselo de nuevo porque, gracias a Dios, no tendremos más dictadura. Era el deseo de salirnos de la dictadura lo que movilizó a tanta gente. Recuerdo que sostuve en ese acto, que era imposible pretender afianzar la democracia cuando quien no estaba en el poder quería destruir todo lo que se hacia desde el poder para llegar al mismo, para suplantar al gobierno en su ejercicio. No puede ser más.

Tenemos que querernos más entre nosotros los argentinos. Tenemos que comprender que es a través del esfuerzo común como lograremos encontrar la manera de resolver esos problemas, a través de un esfuerzo esperanzado.

Por eso quiero que este mensaje, sea un menaje de esperanza. Un mensaje de esperanza que le diga, sobre todo a los más jóvenes, que van a encontrar su lugar, que van a conseguir los frutos de una lucha que quieren realizar y que a través de todas las distintas generaciones en el país vamos a superar, a pesar de todo lo que ocurre, a pesar de todas nuestras desgracias, a pesar de todos los peligros que se ciernen sobre el mundo, vamos a encontrar de una vez por todas la forma de concretar el país con que soñamos.

Muchas gracias, Raúl Alfonsín - Luna Park - 30 de octubre de 2008
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