domingo, 3 de julio de 2011

El Romance Elegíaco: En la muerte de Hipólito Yrigoyen - Arturo Capdevila


Visión de la patria mustia:
De guardia a su puerta el pueblo.
Que está agonizando, dicen,
Aquel titánico pecho.
Como señal de verdad,
Grises, nublados los cielos;
El aire, sabor de llanto;
Y la luz, color de duelo.
Que está agonizando, dicen,
Aquel titánico pecho…
Y en eso que entró la noche,
Susurro que avisa: Ha muerto.

Pasó un frío por las frentes,
Un frío de gran misterio.
Cerraron las mudas puertas,
Arriba el balcón abrieron.
Dijo una voz:
- ¡Argentinos!
En este momento ha muerto.
Pasó un frío por las almas;
Fue como un frío de acero.
Canción de patria se oyó.
Después enorme silencio.
¡Era caído el titán
Entre los brazos del pueblo!

Luego, como si llorase,
Estuvo el cielo lloviendo
Aciaga llovizna triste:
Llanto funerario y lento.

Visión de la Patria en vela:
Por toda la noche el pueblo
Volando la oscura calle
Con cirios de un fuego trémulo.
Al filo de medianoche,
Llamas de antorchas al viento.
Gente de hinojos orando
Y el Himno como otro rezo.
No sólo rezan por él;
También por cívicos duelos
En la procesión de sombras
Llorada de cirios trémulos.
El cielo bajó a la tierra;
A la tierra bajó el cielo:
Que así parecen estrellas
Las luces de aquel misterio.
Y una dulce niña rubia
-marfil el rostro sereno,
azules de amor los ojos,
hebras de oro su cabello-
Entre las sombras avanza.
El paso callado y lento
Como viajera sonámbula
Por los confines de un sueño.
Temblando brilla una lágrima,
Temblando en sus ojos buenos.
Todos le abrían camino;
Todos camino le abrieron:
Y pensaban: Es la Patria
Que va llorando a su muerto…
Visión de la Patria en vela:
Cirios y hachones al viento.

Visión de la Patria en marcha.
Por todas partes el pueblo.
Río sin igual la calle,
Cosa sin nombre el cortejo.
Como en barca funeraria,
Como en una barca el muerto.
Ritual egipcio parece
Del sagrado Egipto viejo:
Que el ataúd en que duerme
En hombros lo lleva el pueblo;
En hombros para mecerle,
Para irle meciendo el sueño,
Bien como en barca que flota
Sobre las olas del tiempo.
Visión de la Patria en marcha:
Por todas partes el pueblo.

Sobre las olas humanas
Flota la barca del féretro
Y están vestidos de luto
Sobre la ciudad los cielos.
Así marchan, así marchan
Los soldados de ese ejército
Que hacia la historia caminan
Ya con la gloria del muerto.
No doblan campanas, no,
Ni bate el tambor los ecos.
Corazones, corazones,
Éstos solos van haciendo
De tambores funerarios
Y bronce que toca a muerto.

Por la calle del Callao
Ya quiere entrar el cortejo,
Y el río se vuelve mar
Por la Plaza del Congreso.
¡quién te ha visto y quién te ve,
Plaza de aquel 6 funesto!
Por la calle del Callao
Ya va pasando el cortejo.

Batallones, batallones,
Regimientos, regimientos,
Así fueran ciento y mil,
No formaran este inmenso
Desfile de eternidad,
Que a sus solas forma el pueblo.
Por la calle del Callao
Pasa que pasa el cortejo
Se enluta en crepón el día
Y el himno cantan por rezo.
De esta suerte va pasando
Aquella barca del féretro,
Entre una lluvia de flores
Y un tremolar de pañuelos.

Adios, Señor, que ya vais
Descansando de empeño
de haber soñado grandezas
entre los hombres pequeños.
¡Alza, pueblo! Así dijisteis.
Yo te llevaré muy lejos.
Quiero que se cumplan todas
Las promesas que te hicieron,
Y se te den como mandan
Cien sagrados testamentos,
Las cosas que te legaron
Rivadavias y Morenos…
¡Ay Hipólito Yrigoyen,
De haberlo hecho fuisteis reo!...
Señor de Martín García…
Libertador prisionero…

Y el pueblo lo va llevando;
Y el Himno es salmodía y rezo.
Después se apagan las voces,
Después se callan los pechos;
Y el ataúd pasa entonces,
Entre abismos de silencio,
Bajo ese llover de flores
Y aquel nevar de pañuelos.

Adios, Señor, que ya vais
Soñando el último sueño;
Con la Patria lo soñais
Entre laureles perpetuos.
Se acabaron mezquindades
Y acabóse al fin el pleito;
Aquel pleito que os movían
Los oscuros leguleyos,
Los que decían a coro
- ¡esos alborotapueblos!

Que buen alcalde no fuisteis,
Que mejor lo fueron ellos…
Por eso os movían pleito,
Porque os querían alcalde,
Y Dios no os puso para eso,
Sino por centella viva
Y relámpago del cielo.
El destino que cumplisteis,
De una vez decirlo quiero.
Dios os puso por segura
Señal entre los senderos,
Por tiempo de encrucijada
Sobre la cruz de los tiempos.
Entre naciones en llamas
Pasó con vos este pueblo,
Y en el incendio del mundo
Fue respetado del fuego:
Que así soñabais concordias
Para futuros excelsos,
Pastor de las muchedumbres
Y albacea ante los pueblos
De las cosas que legaron
Rivadavias y Morenos.

Y el ataúd va pasando,
-aquella barca del féretro-
Entre una lluvia de flores
Y un tremolar de pañuelos.

Adios, Señor, que ya vais
Descansando en sueño yerto
De tantos duros agravios
Duros agravios protervos…
Todos los muertos que duermen,
Duermen bien como los muertos,
Con los dos ojos cerrados
En la gran paz de su sueño.
Vos no durmáis como duermen
Su sueño postrer los muertos,
Señor de Martín García
Libertador prisionero…
¡Dormidlo con un solo ojo,
El otro ojo quede abierto,
Para que nadie se atreva
Con el Libro de los Sellos,
Con el Arca de la Alianza,
Con la libertad del pueblo!

Forjadores de cadenas,
Cadenas le prometieron.
Se la quieren ajustar
Sobre los flancos sangrientos…
¡Vos no durmáis como duermen
Su sueño postrer los muertos!

Y el ataúd va llegando
Sobre los hombros del pueblo
Hasta el frío de la fría
Nieve del último lecho.
¡Caed, postrimeras flores!
¡Volad, postreros pañuelos!

Y ahora oíd, ciudadanos,
El mandato de este verso:
Altar de la Democracia,
La casa donde él ha muerto;
Y allá al frente, donde veis
El cabal espacio abierto,
Su monumento mañana,
Todo de mármol eterno:
Un espanto de tiranos
Y una redención de pueblos!


Poema completo trascripto por Correligionario Merlo del libro Musa Civica de Arturo Capdevila. Impreso En 1951.
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